En
aquel día frío del mes de Febrero, el inmenso avión repentinamente
falló al despegar del Aeropuerto Nacional de Washington y se
precipitó zambullendose en el río Potomac. El agua congelada dio a
los helicópteros de rescate unos pocos minutos para salvar a los
pasajeros. Una de las víctimas cedió valientemente seis veces la
escalera de rescate a otros pasajeros. Antes que llegara otro
helicóptero de rescate, este hombre se ahogó. Él dio su vida por
los demás.
Si
la gente no fuera valiosa, tal osado sacrificio sería absurdo. Pero
las personas tienen valor. Su valor impone una demanda sobre el
trato de los unos para los otros. Míralo de esta manera: ¿Qué si
le digo a Armando Carreras que voy a comprar un carro del año y se
lo vendo por solo 20 dólares? O, con esos mismos 20 dólares, él
puede comprarme un bate de béisbol. Está viejo y quebrado, pero si
lo pega, clava, lija, y barniza, estoy seguro que quedará fuerte y
lindo como cuando era nuevo. Sin embargo, no voy a venderle ambas
cosas.
¿Debería
escoger
el bate ó el carro? Si él no escogiera el carro, pensaríamos que
tomo una decisión tonta (¡Alguien que
carece de materia gris!).
El punto es: La inteligencia demanda que escojamos aquello que tiene
más valor. En otras palabras, ¡el valor obliga!
El
valor de la existencia requiere que la gente viva de acuerdo con
normas morales específicas. Es por esto que Dios estableció normas
morales, definiendo la manera en que la gente debe vivir. Dios
valora a las personas. Por lo tanto, Él estableció normas para
protegerlos de la destrucción, la cual es producto de decisiones
tontas y egoístas. Dios dio mandamientos amorosos y razonables, no
arbitrarios. Él tiene suficientes e inteligentes razones para
justificar estos mandamientos.
El
valor supremo de Dios, y el valor de los seres humanos exige
mandamientos. Aun más, Dios creó a la gente con un diseño
especifico y para un propósito especial. Este diseño y propósito
dado por Dios requiere que Sus mandamientos sean precisamente tal
como son. Por naturaleza, todo diseño impone requisitos de
funcionamiento. Por ejemplo, ya que el diseño del motor de un carro
requiere lubricación, mas vale que lo mantenga lubricado. Si no lo
hago, la fricción lo destruirá. El requisito de mantener aceite en
el motor es un requisito razonable, necesario debido a su diseño.
Entonces, un mandamiento justo diría, “No manejés tu
automóvil sin lubricante en el motor.” De la misma manera, las
leyes de Dios son mandamientos amorosos y razonables porque
simplemente expresan la manera en que nuestro diseño requiere que
vivamos. Las leyes de Dios siempre serán
Deuteronomio
6:24 “para
nuestro bien...”
Dios,
amorosamente, busca el bienestar máximo de todos. Pero tristemente,
nuestra sociedad occidental le está dando la espalda a las leyes de
Dios.
Aleksander Solzhenitsyn enfáticamente aclaró este punto en
su alocución en la ceremonia de graduación de la Universidad de
Harvard en el año 1976. Él sufrió años de horror en campos de
concentración en Siberia a manos de las comunistas. Mientras estuvo
en la cárcel, Solzhenitsyn escribió el libro, Gulag
Archipiélago.
En el libro, cuenta sobre su vida en los campos de concentración.
Ya que publicó su libro en occidente, el gobierno soviético no pudo
dañarle más por temor a la opinión internacional. La Unión
Soviética jamás le dejaría expresar sus pensamientos en su
territorio, por lo que decidieron deportarlo.
Cuando
llegó a occidente, la prensa estadounidense se le “pegó” como
la abeja a la miel. Él fue un héroe – hasta el año 1976. Fue
entonces cuando dio su discurso en la Universidad de Harvard.
Solzhenitsyn confrontó la búsqueda de felicidad material de la
sociedad occidental, diciendo:
(La
civilización occidental) tiende peligrosamente hacia la adoración
del hombre y sus necesidades materiales.
Todo aquello que va más allá del bienestar físico y la
acumulación de bienes materiales, todas las necesidades y
características
humanas de una naturaleza más sutil y elevada, son ignoradas por el
estado y el sistema social, como si la vida humana no tuviera mayor
importancia...
La
democracia estadounidense, en su época de nacimiento, garantizaba a
todos derechos humanos individuales porque el hombre es criatura de
Dios. Es decir, el individuo recibía libertad condicional, dando
por sentado su constante responsabilidad religiosa... Hace
doscientos años, aún hace cincuenta años, hubiera sido imposible
en Los Estados Unidos de Norteamérica otorgar a un individuo
libertad ilimitada simplemente para satisfacer sus instintos o
impulsos...
(Sin
embargo) en las últimas décadas, el aspecto egoísta y legalista
del pensamiento occidental ha alcanzado su apogeo, y el mundo está
en fuerte crisis espiritual... Toda la gloria de los avances
tecnológicos, incluyendo la conquista del espacio, no pueden redimir
la pobreza moral del siglo XX.
Discurso
dado por Aleksandr Solzhenitsyn
en
la ceremonia de graduación de la Universidad
de
Harvard, en 1976, publicada en National Review,
7
de julio de 1978
Absolutos
Morales
El
mundo occidental nunca superará su pobreza moral sin volver a los
absolutos morales de Dios. Su ley da normas fijas de conducta que
aplican a toda persona, en todo lugar, todo el tiempo, en toda
circunstancia, sin excepción. Nuestro diseño requiere que tengamos
éstas normas de conducta universales e inmutables.
¿Por
qué Son Absolutas las Leyes de Dios?
¿Por
qué es necesario que las leyes de Dios apliquen invariablemente y
uniformemente a todos? Porque todos tenemos el mismo diseño. No
importa quien seamos, donde estemos, o cual sea nuestra situación,
seguimos teniendo el mismo diseño, y por lo tanto enfrentamos los
mismos requisitos. Así mismo, Dios nos creó a todos para tener una
relación amorosa con Él, y con otros; por eso, todos encaramos los
mismos requisitos inmutables de relación. Por consiguiente, los
mandamientos de Dios aplican equitativamente e invariablemente a
todo individuo. Son normas universales e inmutables de moralidad.
Son absolutos morales, patrones universales que no cambian.
Negar
los absolutos morales es negar que el diseño tiene requisitos de
funcionamiento. Dios sabe que debemos obedecer Sus estatutos
Deuteronomio
6:24 “para
nuestro bien...”
¡Dios
se propone el bien! Las leyes de Dios son buenas. Por lo tanto demos
obedecerlas, y este deber no es opcional. Dios demanda que nos
aferremos a los principios eternos de justicia. En el libro
Four Trojan Horses (Cuatro
Caballos de Troya), Harry Conn escribe:
Todo
pecado es una violación de nuestro diseño y no puede tener más que
consecuencias tristes. Las leyes morales son reales, no son
imaginarias, y no debe jugarse con ellas. La incredulidad jamás ha
alterado los hechos. Supongamos que un hombre niega el hecho de la
ley de la gravedad y salta de un avión. Haber rechazado la realidad
de la ley de la gravedad no le detendrá de experimentar las
consecuencias inmediatas y drásticas de su acción. El propósito
detrás de las reglas morales de Dios es prevenir los resultados
destructivos del pecado.
Debemos
aferrarnos fuertemente a esta verdad para garantizar los derechos y
el bienestar de todos. Cuando decidimos tomar una acción, recibimos
las consecuencias conectadas inseparablemente con esa acción. Si
vivimos como Dios nos creó para vivir, recibimos los beneficios que
vienen como consecuencia. Si no vivimos así, no recibiremos estos
beneficios. Vivir contra la dirección amorosa e inteligente de Dios
es absolutamente estúpido.
Si
Anita Fulanita dijera que no hay absolutos morales, sería igual a
decir que la violación sexual puede ser correcta, y el hombre que
comete este acto no es malo. ¿Está el mundo sin absolutos morales?
¿Es la violación sexual siempre incorrecta?
Si
alguien rompe las leyes de Dios, él va en contra de patrones justos,
rectos y necesarios. Por esta razón, él verdaderamente es culpable
delante del Dios Justo quien gobierna el universo.
No
obstante, algunos tipos de psicología dicen que el hombre no debiera
ser llamado “culpable”. Dicen que ningún comportamiento debiera
llamarse “malo”. Esto sería un juicio de valores, y ellos creen
que no existe base para definir los valores. Sin embargo, Harry Conn
dice:
“La
psicología es inútil a menos que trate con el comportamiento moral.
Pero los psicólogos consideran anti-profesional e inapropiado hacer
juicios de valores al clasificar el comportamiento como bueno o malo.
Pero ya que el hombre es un ser moral, él es responsable ante Dios
por sus acciones. Dios establece las normas. Decir que un problema
radica en el comportamiento irresponsable de un individuo significa
que uno debe tener un patrón para determinar cual es este
comportamiento erróneo. También requiere explicar a quien ha de
rendir cuentas el individuo y por qué . Estos son juicios de
valores.
Existe
valores universales. No son simplemente preferencias personales
determinadas. Aun si Fulanita, a sabiendas, desacreditara las leyes
universales e invariables, esas leyes seguirían vigentes. Ella
sería culpable y no tendría excusa por haberlas rechazado. Los
seres humanos deben tener normas morales porque siempre se encuentran
con problemas; por ejemplo: gente hiriéndoles, o ellos hiriendo a
las personas que aman. Nadie puede tomar decisiones sin un sistema
de valores que cimiente la base para saber como tomar decisiones.
Aun más, toda la gente es creada con una conciencia, y por lo tanto
no pueden escapar de tener que hacer evaluaciones morales.
La
base de toda moralidad es el valor de la existencia. Si Dios no
tuviera valor y la gente no tuviera valor, no habría diferencia en
como nos tratamos los unos a los otros. No habría razón para la
moralidad. No obstante, es preciso que la moralidad exista. El
valor de Dios y de los seres humanos lo exige. El valor requiere que
vivamos de tal forma que no destruyamos ese valor, y que escojamos lo
mejor para Dios porque Él es más valioso que todo lo existente.
¡Existe
absolutos morales verdaderos! Un absoluto moral es una norma
universal e inmutable de lo correcto e incorrecto. Toda la gente
tiene el mismo diseño creado a imagen de Dios, y tienen el mismo
propósito
dado por Dios. Como resultado, todas las personas enfrentan los
mismos requisitos de funcionamiento que provienen de ese diseño y
propósito.
Todo diseño tiene requisitos de funcionamiento intrínsecos.
(Ejemplo: el diseño del motor de un automóvil requiere que se
mantenga la cantidad adecuada de aceite para no destruirlo.) El
diseño creado y propósito
dado por Dios a los seres humanos significa que, como personas,
también tenemos requisitos que encaramos. Debemos vivir conforme a
los requerimientos que vienen de ese diseño. El valor de Dios y el
valor de la gente exige que no abusemos ni destruyamos tal diseño al
vivir en contra del mismo. Debe haber leyes que indiquen como vivir.
Si violo esos requisitos de funcionamiento, habrá consecuencias
destructivas producto de mi abuso. Ya que todas las personas tienen
el mismo diseño y propósito
dado por Dios, todos enfrentan los mismos requisitos inmutables de
diseño. Los mandamientos de Dios deben aplicarse equitativamente e
invariablemente a toda persona, en todo lugar, en todo tiempo, y en
cualquier situación. Todos debemos obedecerlos porque cumplen
perfectamente nuestros requisitos de diseño. Aplican de la misma
manera para todos nosotros. Así que Sus mandamientos son normas
morales universales e inmutables. En otras palabras, son absolutos
morales. El increíble diseño de los seres humanos a imagen de
Dios, creados para un glorioso propósito
dado por Dios, requiere que la gente encare su responsabilidad de
vivir conforme a los amorosos y razonables mandamientos que Dios ha
ordenado obedecer para nuestro bienestar.
¿Por
qué nos dio Dios los mandamientos específicos que nos dio? La
respuesta es sencilla: Nuestro Diseñador sabe exactamente como nos
diseñó, y Él sabe precisamente que actividades abusarán y
destruirán nuestro diseño y relaciones que Él deseó que
disfrutásemos. Ya que Dios valora a todas las personas, Él
estableció normas para protegernos a todos del dolor y destrucción
producto de decisiones tontas y egoístas. La intención de Dios
tras Sus mandamientos amorosos y razonables es simplemente amor. Él
valora a las personas y sabe con precisión que dirección moral
deben tener.