miércoles, 16 de abril de 2014

Base Bíblica de los Absolutos



En aquel día frío del mes de Febrero, el inmenso avión repentinamente falló al despegar del Aeropuerto Nacional de Washington y se precipitó zambullendose en el río Potomac. El agua congelada dio a los helicópteros de rescate unos pocos minutos para salvar a los pasajeros. Una de las víctimas cedió valientemente seis veces la escalera de rescate a otros pasajeros. Antes que llegara otro helicóptero de rescate, este hombre se ahogó. Él dio su vida por los demás.


Si la gente no fuera valiosa, tal osado sacrificio sería absurdo. Pero las personas tienen valor. Su valor impone una demanda sobre el trato de los unos para los otros. Míralo de esta manera: ¿Qué si le digo a Armando Carreras que voy a comprar un carro del año y se lo vendo por solo 20 dólares? O, con esos mismos 20 dólares, él puede comprarme un bate de béisbol. Está viejo y quebrado, pero si lo pega, clava, lija, y barniza, estoy seguro que quedará fuerte y lindo como cuando era nuevo. Sin embargo, no voy a venderle ambas cosas.


¿Debería escoger el bate ó el carro? Si él no escogiera el carro, pensaríamos que tomo una decisión tonta (¡Alguien que carece de materia gris!). El punto es: La inteligencia demanda que escojamos aquello que tiene más valor. En otras palabras, ¡el valor obliga!



El valor de la existencia requiere que la gente viva de acuerdo con normas morales específicas. Es por esto que Dios estableció normas morales, definiendo la manera en que la gente debe vivir. Dios valora a las personas. Por lo tanto, Él estableció normas para protegerlos de la destrucción, la cual es producto de decisiones tontas y egoístas. Dios dio mandamientos amorosos y razonables, no arbitrarios. Él tiene suficientes e inteligentes razones para justificar estos mandamientos.



El valor supremo de Dios, y el valor de los seres humanos exige mandamientos. Aun más, Dios creó a la gente con un diseño especifico y para un propósito especial. Este diseño y propósito dado por Dios requiere que Sus mandamientos sean precisamente tal como son. Por naturaleza, todo diseño impone requisitos de funcionamiento. Por ejemplo, ya que el diseño del motor de un carro requiere lubricación, mas vale que lo mantenga lubricado. Si no lo hago, la fricción lo destruirá. El requisito de mantener aceite en el motor es un requisito razonable, necesario debido a su diseño. Entonces, un mandamiento justo diría, “No manejés tu automóvil sin lubricante en el motor.” De la misma manera, las leyes de Dios son mandamientos amorosos y razonables porque simplemente expresan la manera en que nuestro diseño requiere que vivamos. Las leyes de Dios siempre serán

Deuteronomio 6:24 “para nuestro bien...”


Dios, amorosamente, busca el bienestar máximo de todos. Pero tristemente, nuestra sociedad occidental le está dando la espalda a las leyes de Dios. 





 Aleksander Solzhenitsyn enfáticamente aclaró este punto en su alocución en la ceremonia de graduación de la Universidad de Harvard en el año 1976. Él sufrió años de horror en campos de concentración en Siberia a manos de las comunistas. Mientras estuvo en la cárcel, Solzhenitsyn escribió el libro, Gulag Archipiélago. En el libro, cuenta sobre su vida en los campos de concentración. Ya que publicó su libro en occidente, el gobierno soviético no pudo dañarle más por temor a la opinión internacional. La Unión Soviética jamás le dejaría expresar sus pensamientos en su territorio, por lo que decidieron deportarlo.

Cuando llegó a occidente, la prensa estadounidense se le “pegó” como la abeja a la miel. Él fue un héroe – hasta el año 1976. Fue entonces cuando dio su discurso en la Universidad de Harvard. Solzhenitsyn confrontó la búsqueda de felicidad material de la sociedad occidental, diciendo:


(La civilización occidental) tiende peligrosamente hacia la adoración del hombre y sus necesidades materiales. Todo aquello que va más allá del bienestar físico y la acumulación de bienes materiales, todas las necesidades y características humanas de una naturaleza más sutil y elevada, son ignoradas por el estado y el sistema social, como si la vida humana no tuviera mayor importancia...


La democracia estadounidense, en su época de nacimiento, garantizaba a todos derechos humanos individuales porque el hombre es criatura de Dios. Es decir, el individuo recibía libertad condicional, dando por sentado su constante responsabilidad religiosa... Hace doscientos años, aún hace cincuenta años, hubiera sido imposible en Los Estados Unidos de Norteamérica otorgar a un individuo libertad ilimitada simplemente para satisfacer sus instintos o impulsos...


(Sin embargo) en las últimas décadas, el aspecto egoísta y legalista del pensamiento occidental ha alcanzado su apogeo, y el mundo está en fuerte crisis espiritual... Toda la gloria de los avances tecnológicos, incluyendo la conquista del espacio, no pueden redimir la pobreza moral del siglo XX.


Discurso dado por Aleksandr Solzhenitsyn

en la ceremonia de graduación de la Universidad

de Harvard, en 1976, publicada en National Review,

7 de julio de 1978


Absolutos Morales


El mundo occidental nunca superará su pobreza moral sin volver a los absolutos morales de Dios. Su ley da normas fijas de conducta que aplican a toda persona, en todo lugar, todo el tiempo, en toda circunstancia, sin excepción. Nuestro diseño requiere que tengamos éstas normas de conducta universales e inmutables.


¿Por qué Son Absolutas las Leyes de Dios?


¿Por qué es necesario que las leyes de Dios apliquen invariablemente y uniformemente a todos? Porque todos tenemos el mismo diseño. No importa quien seamos, donde estemos, o cual sea nuestra situación, seguimos teniendo el mismo diseño, y por lo tanto enfrentamos los mismos requisitos. Así mismo, Dios nos creó a todos para tener una relación amorosa con Él, y con otros; por eso, todos encaramos los mismos requisitos inmutables de relación. Por consiguiente, los mandamientos de Dios aplican equitativamente e invariablemente a todo individuo. Son normas universales e inmutables de moralidad. Son absolutos morales, patrones universales que no cambian.



Negar los absolutos morales es negar que el diseño tiene requisitos de funcionamiento. Dios sabe que debemos obedecer Sus estatutos


Deuteronomio 6:24 “para nuestro bien...”


¡Dios se propone el bien! Las leyes de Dios son buenas. Por lo tanto demos obedecerlas, y este deber no es opcional. Dios demanda que nos aferremos a los principios eternos de justicia. En el libro Four Trojan Horses (Cuatro Caballos de Troya), Harry Conn escribe:


Todo pecado es una violación de nuestro diseño y no puede tener más que consecuencias tristes. Las leyes morales son reales, no son imaginarias, y no debe jugarse con ellas. La incredulidad jamás ha alterado los hechos. Supongamos que un hombre niega el hecho de la ley de la gravedad y salta de un avión. Haber rechazado la realidad de la ley de la gravedad no le detendrá de experimentar las consecuencias inmediatas y drásticas de su acción. El propósito detrás de las reglas morales de Dios es prevenir los resultados destructivos del pecado.


Debemos aferrarnos fuertemente a esta verdad para garantizar los derechos y el bienestar de todos. Cuando decidimos tomar una acción, recibimos las consecuencias conectadas inseparablemente con esa acción. Si vivimos como Dios nos creó para vivir, recibimos los beneficios que vienen como consecuencia. Si no vivimos así, no recibiremos estos beneficios. Vivir contra la dirección amorosa e inteligente de Dios es absolutamente estúpido.


Si Anita Fulanita dijera que no hay absolutos morales, sería igual a decir que la violación sexual puede ser correcta, y el hombre que comete este acto no es malo. ¿Está el mundo sin absolutos morales? ¿Es la violación sexual siempre incorrecta? 


 


Si alguien rompe las leyes de Dios, él va en contra de patrones justos, rectos y necesarios. Por esta razón, él verdaderamente es culpable delante del Dios Justo quien gobierna el universo.


No obstante, algunos tipos de psicología dicen que el hombre no debiera ser llamado “culpable”. Dicen que ningún comportamiento debiera llamarse “malo”. Esto sería un juicio de valores, y ellos creen que no existe base para definir los valores. Sin embargo, Harry Conn dice:


La psicología es inútil a menos que trate con el comportamiento moral. Pero los psicólogos consideran anti-profesional e inapropiado hacer juicios de valores al clasificar el comportamiento como bueno o malo. Pero ya que el hombre es un ser moral, él es responsable ante Dios por sus acciones. Dios establece las normas. Decir que un problema radica en el comportamiento irresponsable de un individuo significa que uno debe tener un patrón para determinar cual es este comportamiento erróneo. También requiere explicar a quien ha de rendir cuentas el individuo y por qué . Estos son juicios de valores.

 

 

Existe valores universales. No son simplemente preferencias personales determinadas. Aun si Fulanita, a sabiendas, desacreditara las leyes universales e invariables, esas leyes seguirían vigentes. Ella sería culpable y no tendría excusa por haberlas rechazado. Los seres humanos deben tener normas morales porque siempre se encuentran con problemas; por ejemplo: gente hiriéndoles, o ellos hiriendo a las personas que aman. Nadie puede tomar decisiones sin un sistema de valores que cimiente la base para saber como tomar decisiones. Aun más, toda la gente es creada con una conciencia, y por lo tanto no pueden escapar de tener que hacer evaluaciones morales.


La base de toda moralidad es el valor de la existencia. Si Dios no tuviera valor y la gente no tuviera valor, no habría diferencia en como nos tratamos los unos a los otros. No habría razón para la moralidad. No obstante, es preciso que la moralidad exista. El valor de Dios y de los seres humanos lo exige. El valor requiere que vivamos de tal forma que no destruyamos ese valor, y que escojamos lo mejor para Dios porque Él es más valioso que todo lo existente.


¡Existe absolutos morales verdaderos! Un absoluto moral es una norma universal e inmutable de lo correcto e incorrecto. Toda la gente tiene el mismo diseño creado a imagen de Dios, y tienen el mismo propósito dado por Dios. Como resultado, todas las personas enfrentan los mismos requisitos de funcionamiento que provienen de ese diseño y propósito. Todo diseño tiene requisitos de funcionamiento intrínsecos. (Ejemplo: el diseño del motor de un automóvil requiere que se mantenga la cantidad adecuada de aceite para no destruirlo.) El diseño creado y propósito dado por Dios a los seres humanos significa que, como personas, también tenemos requisitos que encaramos. Debemos vivir conforme a los requerimientos que vienen de ese diseño. El valor de Dios y el valor de la gente exige que no abusemos ni destruyamos tal diseño al vivir en contra del mismo. Debe haber leyes que indiquen como vivir. Si violo esos requisitos de funcionamiento, habrá consecuencias destructivas producto de mi abuso. Ya que todas las personas tienen el mismo diseño y propósito dado por Dios, todos enfrentan los mismos requisitos inmutables de diseño. Los mandamientos de Dios deben aplicarse equitativamente e invariablemente a toda persona, en todo lugar, en todo tiempo, y en cualquier situación. Todos debemos obedecerlos porque cumplen perfectamente nuestros requisitos de diseño. Aplican de la misma manera para todos nosotros. Así que Sus mandamientos son normas morales universales e inmutables. En otras palabras, son absolutos morales. El increíble diseño de los seres humanos a imagen de Dios, creados para un glorioso propósito dado por Dios, requiere que la gente encare su responsabilidad de vivir conforme a los amorosos y razonables mandamientos que Dios ha ordenado obedecer para nuestro bienestar.


¿Por qué nos dio Dios los mandamientos específicos que nos dio? La respuesta es sencilla: Nuestro Diseñador sabe exactamente como nos diseñó, y Él sabe precisamente que actividades abusarán y destruirán nuestro diseño y relaciones que Él deseó que disfrutásemos. Ya que Dios valora a todas las personas, Él estableció normas para protegernos a todos del dolor y destrucción producto de decisiones tontas y egoístas. La intención de Dios tras Sus mandamientos amorosos y razonables es simplemente amor. Él valora a las personas y sabe con precisión que dirección moral deben tener.










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